EL GUARRO DEL BESO

21 de Enero de 2016

Y llevaba más de un año diciéndome…  "El día que mates un buen guarro te voy a dar un beso

"Aguardo de invitación, el puesto donde diga el anfitrión"


EL ENCUENTRO


Yo creo que fue hace dos o tres  años cuando colgué en el foro el anuncio de socios para el coto y entre la gente con la que hablé estaban Jondalar y mi socio del "día de autos". Por eso, cuando mi socio me pudo localizar el miércoles, después de insistir todo el martes y no localizarme por tristes temas familiares, me llevé una alegría al saber que iba a tener la oportunidad de, finalmente, conocer a Jondalar en persona.


Una llamadita rápida con él y quedó organizado todo lo importante, él llevaría un caldo calentito y yo unos bocatas de jamón. Sólo con eso la noche no podía salir mala.


Al día siguiente, mi socio está firme en la puerta cinco minutitos antes de la hora prevista. Ya conozco su forma de actuar, así que no me pilla desprevenido y me tiene listo para cargar, saliendo a buscar a Jondalar que trabaja a dos minutos de casa. Parecemos un equipo de F1, según aparcamos nosotros el coche él está saliendo del garaje, ¡vaya sincronización!

Por fin le conozco en persona, la conexión es inmediata, ¡otro amigo a la lista!


Ellos traspasan los bártulos al coche de Jondalar, yo voy como los marqueses sin-mo-ver-un–de-do, encargándome sólo de las muletas, y nos ponemos en marcha. No ha metido segunda y ya estamos hablando de caza… Es esta una escapada fugaz, de esas veces que apuras al límite los minutos para cumplir en el trabajo, saliendo casi con resuello en la boca para llegar al puesto antes de que se haga demasiado tarde… cuanto estrés para conseguir llegar a relajarse!.


En el camino hablamos de todo, de todo de lo que se tiene que hablar: de cazar con los hijos, de visión nocturna, de linternas rojas, blancas  e infrarrojas, del blind, de nuestro querido foro y, como no, nos cuenta sobre el coto: propietario, socios, cazadero y puestos… hora y veinte de camino que pasa volando, al menos para mí. ¿Quién se acuerda ya de la oficina?


Siguiendo las instrucciones de Jondalar eché el rifle, aunque mi idea era no enredar demasiado y sentarme junto con ellos, no me fuera a caer… Pero finalmente en el coche decidimos que ellos se pondrían a un guarro curioso que estaba entrando en un puesto y que yo me acercase a otro puesto, divertido por las piaras que solían ir a veces seguidas del machete correspondiente. Por mi como si me dejan en mitad del camino, con el mono de monte que llevaba me valía con poder disfrutar de esa luna casi llena que ya empezaba a asomar.

Curioso siempre lo que el destino aguarda… 



EL PUESTO


Llegamos a la zona y el paisaje se torna de llanos, siembras y barbechos a vastas extensiones de pinar viejo de repoblación. Suaves ondulaciones que poco a poco se vuelven más agrestes. Voy empapándome de monte poco a poco, cuando dejamos la carretera para entrar en un carril. Paramos para ponernos las botas y al abrir la puerta del coche sientes esa bocanada de aire, impregnada de olores familiares que te trasladan de inmediato a tus jornadas de monte, ¡Huele a campo!


Vamos un poquito justos de tiempo, por lo que no hay que demorarse. Van a dejarme a mi primero, que necesito toda su ayuda y luego se colocan ellos. Al puesto del Marqués…


Jondalar mete la tracción para ayudar al 4x4 a salvar los charcos que han dejado las recientes lluvias. El campo rezuma oxígeno. Los caminos con charcos, de esos tan querenciosos para “los de la mirada baja”. Se distinguen las grandes masas de pinos y se intuye un hondo conformante de un gran valle. En dos minutos hemos llegado.


Nos bajamos del coche y mis amigos me hacen de porteadores, sin ellos sería imposible. Afortunadamente no van cantando, como en las antiguas películas de Tarzán. Nos dejamos caer en el interior del tupido pinar. De nuevo, olor a pino, resina, oxígeno, humedad y hojarasca, no me extraña que esto nos vuelva locos. Ellos se mueven rápido, pero mis condiciones y su buena educación les fuerzan a reducir el paso. Muleta-muleta-pierna buena-pierna mala- hay que seguir el orden para evitar la caída de consecuencias inciertas. Es la técnica de escalada, siempre tres puntos de apoyo, llevado al habitualmente sencillo proceso de entrar al puesto.


Cinco minutos para los poco más de cincuenta metros que me separan de él, en el que cada rama o piedra supone un obstáculo a atacar individualmente. Lo peor, los bancales. Los cambios de desnivel ocultan debajo esa arcilla roja, espesa y viscosa, que nos llama la atención casi como a los cochinos. Pero llegamos.

Mi socio y yo nos hacemos una mirada furtiva, se nos abre la boca…

Una zona honda, de unos 500 m2, apenas un poco más clarita de pinos, sin hojarasca, con la arcilla roja de la zona bien a la vista, que con las lluvias de la semana debe ser lo más parecido que un cochino pueda considerar como un “Spa”.



Me abren la silla para que me siente y Jondalar me explica:

- Mira, ¿ves ahí enfrente?, esa es una baña. ¿Ves a la izquierda el pino? Ese es el rascadero…
Madre mía, como para no verlo, si está pelado a más de metro y medio de altura! Y sigue…
- ¿Ves a la izquierda? Ahí tienes otra baña. Los cochinos vienen de enfrente…
El aire de cara completamente… la boca desencajada ya definitivamente, no sé si tiraré, pero el puesto es “de libro”. Nos despedimos deseándonos suerte y les comento que yo “no me muevo de allí” hasta que vengan a por mí…


Preparo todos los arti-julios y me dispongo a esperar disfrutando del puesto, sus olores, su vista y con la luna dejando entrever su perfil entre las ramas de los pinos… que bien me encuentro de salud !! 



LA ESPERA

Hoy llevo pleno de Reyes. Traigo todo lo que me han traído: la camisa de forro polar, los Peltor y la linterna blanca que me pedí por si había que pistear alguna noche, que con el led rojo que uso para tirar no se distingue la sangre.


He terminado de dejar ajustado el trípode, la manta, la silla… todo!  Mando un WhatsApp a Centinela para decirles que estoy listo y por fin entro en eso que, a modo de ordenador o Smartphone de última generación, yo llamo “modo silencio”. Modo silencio para empezar a disfrutar del campo, de esos primeros pájaros o palomas que se acercan a comer, en este caso a beber, es cuando observas las matas que tienes para que las sombras de la noche no te las conviertan en enormes jabalíes estáticos en mitad de la espera… Son las 18:35


Cuento las matas, tomo referencias de distancias y alturas, pienso en estrategias: que hago con ese pino que me divide la charca grande en dos tiraderos… la cabeza vuela… y sigue el olor a pino y tierra mojada, y la luna reclama su sitio brillando con más fuerza... Y todavía hay gente que no le gusta esto…


El WhatsApp hace de libro de bitácora, a las 20:09 les mando otro mensajito: q tal? No hay respuesta, estarán sin cobertura…

Crick, crick, crack, crick, CRACK !!



No hay duda, calibré bien los Peltor y no me asusto al oír el ruido indiscutible de una res andando por el pinar, por detrás de mi y más alto. Guardo el móvil con la  lentitud de movimientos del “perezoso” y me quedo cual estatua de hielo. Está más o menos por donde hemos dejado el coche al venir.


Sé que hay venado y corzo, todo es posible, es hora de aplicar lo mucho o poco que sepa de este oficio. Le oigo, se va acercando, paralelo al camino, despacio, parando para escuchar. Mucha es la hojarasca del pinar como para andar sin delatarse, pero no mete excesivo ruido, no va confiado, lo que sea sabe lo que se hace y a donde se acerca… Cuando está más o menos a mi altura, por la derecha, apunto de asomar al “Spa”, se para.

Empiezan a correr los minutos, tengo que abrir la boca porque con la tensión el corazón se me sale… Los Peltor cantan… han pasado diez minutos cuando oigo un gruñido, por la izquierda!! Parece que al ruido le acompañan los pasitos inconfundibles,  por ahí va a entrar una piara, pero estoy seguro que no es lo mismo que había a la derecha. Después del gruñido, parece que se han parado, y ahora se alejan. Qué raro 


Jondalar decía que eran fijos, y eso parecía… Ya pensaba que me iba a divertir viéndolos. Y el aire en mi cara con esos olores…


Clavado como una estatua, a ver si la piara vuelve después de dar una vuelta, habían pasado otros diez minutos y ya me había olvidado del ruido de mi derecha, pensando en que se habría ido al oír el gruñido… 

crack, crick, CRACK !!



Parece que los cascos funcionan bien y no me dejan duda. Lo de la derecha se ha arrancado exactamente desde el mismo sitio que ha estado veinte minutos parado!! Pienso – esto no va a ser un primalón… Las muchas batallas en las que he estado me llevan a quedarme clavado a la silla, como si me hubiera fundido con su aluminio, mientras los ojos auscultan de reojo entre los rayos de luna que traspasan los pinos, a ver si son capaces de adivinar quién es el autor de esos pasos, ya en una franca entrada hacia la baña.


EL LANCE


Por fin lo veo, no hay duda aunque lo veo de reojo. La sombra negra de un guarro da un trasluzón de escasos segundos entre los pinos de mi derecha, apenas a quince o veinte metros. Si sigue por ahí camino a la baña, me pasa a diez metros. Pero de repente gira a su derecha!!


No tengo duda de lo que va a hacer, sé que no se escapa. Aprovecho el ruido de la zona de charcos y estiro la mano para coger los binoculares nocturnos. El tema apunta bien, pero estoy de invitado en casa de un amigo, no puedo fallar, tengo que evaluar bien lo que es. El instinto no me falla y, tras una última vuelta a la charca por su derecha los cascos vuelven a hacerme llegar uno de esos sonidos que a los esperistas nos hacen perder la cabeza... chas, chas, chas… El guarro está en la baña!!


Me hecho los binoculares nocturnos a la cara, con la luna que hay no hace falta encender la linterna infrarroja. Miro en la charca de donde me llega el ruido y no lo veo. Nervioso, muevo rápidamente los bino a la charca de la izquierda, tampoco! Vuelvo a la derecha, ahí estás!! Tumbado de lado en mitad de la charca, me engañó la vista la primera vez. No hay duda, como decía Candela, nuestro querido guarda del Viso, el guarro “bultea”. Se frota por un lado, se da la vuelta sin levantarse, sigo sin poder ver si es macho o hembra, no quiero fallar, estoy de invitado, otra vuelta en el barro… Ya lleva unos minutos en el barro, sigo sin poder evaluar su género y, en la última “revolcá” el guarro se me ha tapado con un pino que hay por delante…


Cesa el ruido, el guarro se ha levantado detrás del pino, no lo veo, verás como me la lía… Por fin, sale y va franco hacia el rascadero. Valoración: unos 80 kilos, parece que se le ve morro algo “encogido”, no es de culo escurrido, podría ser una hembra… Pero no tengo más tiempo, no sé cuánto tiempo se rascará, si quiero tirarle tengo que estar listo al tomar la decisión. Rápidamente dejo los binoculares y me abrazo a mi Máuser, montado en el trípode, con la misma esperanza que pone un novio en su primer beso.

El guarro está rascándose, culo bajo, morro arriba, sobre su lado derecho empieza a moverse arriba y abajo llegando muy arriba con la jeta. No hay duda, lo que sea es grandecito.


Enciendo la retícula del visor y le busco otra vez, sigue ahí. Me acuerdo de Javier, esta semana discutíamos sobre el tema y él no es precisamente un novato, pero voy a confiar… enciendo la luz roja!!


Bien, el guarro aguanta como esperaba, tengo poco tiempo, rápido Fozzie, actúa!!


Le busco el pincel al guarro, pero entre la posición, el movimiento de rascado y que tiene todo el pelo lleno de barro no consigo verle el pincel. No puedo esperar más, en cualquier  momento para de rascarse y se larga. Asumo que pudiera no ser macho, aunque tiene toda la pinta.


Busco el codillo, que se mueve con insistencia arriba y abajo, le subo un poco y observo que a pesar del movimiento siempre queda el cuerpo con el punto iluminado de la retícula en su interior.


BOUMMM!!!


Una sensación rara recorre mi cuerpo… no ha sonado igual… ah, los cascos, pues sí que parece que funcionan si…


Al tiro se ha levantado una “polvareda”, me ha parecido ver un punto blanco en el pino y el guarro no está en el sitio… Inmediatamente apago la luz y escucho. El guarro corre hacia la otra baña por el claro, para entrar en la espesura y, rompiendo monte, describir una semiluna para terminar por pararse, más o menos, en línea recta con la baña donde le vi por primera vez, rompiendo jaras, ya sin moverse del sitio durante algo menos de un minuto, parando finalmente el  ruido.





EL PISTEO


La cabeza empieza a funcionar…


Y si he fallado? Y si es hembra? A que la he liado… pues vaya invitado que estoy hecho… Ese punto blanco en el pino… habré pegado al pino y no al guarro? Lo habrá atravesado y habrá pegado en el pino? Y si no está muerto ahí, como creo?. Cagüen diez!!!
  El “whatsapp”? Como el algodón… No engaña… Son las 21:16 cuando entra el primer mensaje de Jondalar…
     - Que has hecho?
Se lo cuento tal y como funciona ese programa, a lo indio..
     - Guarro por la dcha. Se bañó y le tire rascándose…
     - Te quedaste con él? Abulta?
     - No ha caído en el sitio, pero creo que sí. 70-80 kilos me pareció ver algo de morro…
     - Dice tu socio que hoy si te da un beso.
     - Espera que haya caído y luego hablamos de sexo…


Y es que llevaba una sequía de dieciocho meses sin tirar un guarro, en que casi ni los veía, nada más que guarras y rayones… Sequía que rompí hacía tres semanas matando un primalón para que mi perrete, Cartucho, se estrenara a los rastros reales… Así mi socio, compañero de correrías entonces, ya estaba tan harto de mi sequía que lo único que me decía era… “el día que mates un guarro grande te voy a dar un beso!!” y el día del primalón, lógicamente, ni beso ni abrazo, que él dice que no tira a nada que no sea grande de verdad.


Algo antes de las once fue cuando llegaron al puesto, en ese momento fue cuando por fin, nos dimos un abrazo y recibí mi prometido beso, tan casto como entrañable...


A pesar de ello le dije: Espérate, no vaya a ser que no lo encontremos…


Jondalar traía el rifle para el pisteo… Les conté todo, como había entrado, como le había tirado y lo que creí que había hecho tras el tiro describiendo esa semicircunferencia mortal, aunque a mí siempre me costó horrores acertar con esos movimientos.


Se dispusieron a bajar, el puesto estaba unos pocos metros en alto sobre el tiradero, y les avisé: esperad un momento, saque la nueva linterna blanca que le pedí a Papa Noel, que alumbra en luz blanca que es una maravilla para el tamañito que tiene, y se bajaron al rascadero.


Yo seguía sentado en mi silla, sin levantarme para no caerme y con el corazón encogido, viendo como marchaba la expedición armada. Cuando llegaron al rascadero les vi murmurar mientras alumbraban el suelo. Era como esperar las notas de un examen, cuando retumbó la voz de mi socio… “Jose, el guarro va pegado”


Bien, coño bien! Echaba de menos a mi prole y a mi Cartuchete, y que pena no poder estar ahí abajo con ellos ahora…


Vi como la potente luz blanca empezaba a alumbrar hacia la izquierda y se ponían en marcha con el pisteo.  Zona absolutamente despejada al principio, no era peligrosa, pues se habría visto claramente el guarro. Paso a paso, les vi evolucionar en el pisteo hacia la izquierda para, llegados a la otra baña, empezar a girar ciento ochenta grados antes de entrar en la zona enmontada. El monte empezaba a unos quince metros de donde creía que había caído, donde se acercaban paso a paso pisteando, vaya dos teckel buenos que me había buscado.


Las voces me llegaban entrecortadas y  no distinguía bien las frases, ya me había quitado los cascos jjj, pero cuando llegaron a donde creía, pude distinguir con claridad… “vaya guarro grande!!” Jose tienes que hacer el esfuerzo y bajar!! Emocionado, como con Red Bull, con alas en los pies, y ayuda por su parte, bajé el desnivel, crucé el barro  y llegué al sitio. Jondalar, tapaba adrede la figura del guarro del que sólo veía el culo y cuando ya estaba al lado se apartó para darme la sorpresa.


Por fin!! Los astros se habían alineado y allí estaba un buen navajero, al que le había hecho bien las cosas, en una espera con todos los componentes… Tocaban los abrazos, felicitaciones y sesión fotográfica.


Que bien sabe un caldito calentito y un bocata de jamón, en el monte, a media noche, con los amigos y con un buen navajero en el maletero!!!


… y el beso de un amigo!!!
... aunque luego resultó ser el beso de Judas!!!.